Lo ideal es que primero descendemos hasta el fondo de la batea y disfrutemos del ecosistema que se crea debajo de ella. Es muy importante mantener una buena flotabilidad ya que el fondo es fangoso y un aletazo pegado al suelo levantará muchas partículas en suspensión y perderéis visibilidad.
El fondo, está lleno de estrellas de mar y ofiuras, que se alimentan de los mejillones que se desprenden de las cuerdas. Pulpos, chocos y rayas son muy frecuentes de ver en este fondo. También es común encontrarse nécoras correteando por las cuerdas repletas de mejillones.
A medida que comenzamos a ascender, iremos disfrutando del juego de luces que se crea en este lugar mágico. Al estar repleto de cuerdas verticales en suspensión, los rayos del sol entran sorteando las citadas cuerdas formando destellos que se hacen más o menos intensos a medida que te mueves. Una de las cosas más bonitas y que siempre recomendamos, es pararse, mantener una buena flotabilidad neutra, y darse la vuelta mirando hacia la superficie disfrutando del juego de luces y al mismo tiempo escuchando solamente el sonido de tu respiración. Es algo muy difícil de describir con palabras y todo el mundo debería vivirlo al menos una vez en la vida.
No nos olvidemos de la fauna que vive en este lugar. Entre las cuerdas, sargos y lubinas se lanzan a cazar peces más pequeños, pudiendo admirar desde un sitio privilegiado, la batalla que se crea en este escenario.
Por último, recomendar como siempre realizar un ascenso controlado para acabar haciendo la parada de seguridad.